Tras la visita al Estadio de Vallecas, ayer tocaba excursión a la Ciudad Deportiva. Un grupo de personas con Alzheimer, procedentes de la Residencia Ballesol, se acercó a nuestras instalaciones de la mano de la Asociación de Veteranos del Rayo. Querían ver de cerca a esos jugadores de los que tanto les habían hablado, los que partido tras partido ocupaban aquel vestuario tan singular donde habían cantado el himno del Rayo quince días atrás. Pronto, su sueño se hizo realidad.
La fría mañana no invitaba a permanecer mucho tiempo a la intemperie, pero la ocasión lo merecía. Anero, los hermanos Benito, Cota… Unos prestaban su brazo como apoyo, otros empujaban sillas de ruedas. Todos bajaron la rampa que conduce al campo número 5, donde el primer equipo ya se ejercitaba a las órdenes de Michel. Nuestros visitantes disfrutaron de lo lindo con los pases de Pozo, los regates de Álvaro y las carreras de Advíncula.
Tras unos minutos a pie de césped, llegó el momento de hacer de Michel por un día y pasar por la sala de prensa. Allí se vivieron los momentos más divertidos, cuando varios de los visitantes tomaron el micrófono. Los veteranos de Rayo contaron varias anécdotas de cuando eran ellos quienes se vestían la franjirroja cada domingo. Entre risas y curiosidades transcurría la mañana cuando llegó la sorpresa final.
Embarba, Santi Comesaña y Advíncula aparecieron por la puerta y se llevaron los aplausos de los presentes. No todos los días se tiene la oportunidad de tener delante a un futbolista profesional, y nuestros mayores no perdieron la ocasión de preguntar todo lo que quisieron a los jugadores rayistas. “¿Tú corres mucho?”, le preguntó una señora a Embarba. Tras la improvisada rueda de prensa, los jugadores de despidieron y regresaron a su rutina.
Finalizó la visita con el deseo de un pronto reencuentro. ¡Hasta siempre, amigos!